jueves, 9 de octubre de 2008

El mejor poema de Li Po

¡Cuánto amo el monte Tong! Es mi alegría.
Pasaría en él cien años sin pensar en la vuelta.
Me gustaría danzar agitando mis mangas
y, de una sola vez, rozar todas las copas de los pinos.

Poeta chino que vivió en el siglo VIII bajo el reinado del emperador Suan Tsong. Fue el primero, el elegido, el favorito de los dioses: Li Po, una leyenda.


Cuentan que fue en el año 742 cuando Li Po entró en Chang An, la dorada metrópoli: en aquellos largos y prósperos años en que empezara la era de Tien Tao, cuando la corte de Suan Tsong alcanzaba el pináculo de su esplendor y brillantez. Li Po fue a mostrar sus versos al príncipe de la corona, Ho Chi Chang, y al jovial cortesano le delitó tanto su lectura, que mandó servir el vino caliente al recién llegado en su propia ánfora de oro. Más tarde le dijo al Emperador:
Tengo en mi casa quizá al más grande poeta que jamás haya existido. Hasta ahora no me he atrevido a hablar de él a Vuestra Majestad, porque padece de un defecto: bebe, y a veces con exceso. Pero sus poemas son en verdad tan bellos, que el Emperador juzgará por sí mismo.
Y, al decir estas palabras, sacaba el manuscrito de los pliegues de su ancha manga y lo entregaba al Hijo del Cielo. "Traedme al autor de estos poemas", exclamó el monarca después de haberlo leído. Así cuenta la historia la entrada de Li Po en palacio.

Más tarde, sin embargo, intrigas y recelos obligaron a Li Po a retirarse a la montaña a meditar en soledad. Durante diez años llevó una vida errante, buscando el refugio de la naturaleza. El pico Lu Shan o el hondo Valle de Otoño eran su hogar y allí se sentía libre para beber, cantar, dormir y meditar. Pasó la mayor parte de su vida al aire libre, por los campos, a la sombra de los árboles floridos y bajo la luz de las estrellas, escribiendo sus innumerables poemas, que son la expresión espontánea de su alma.

Su muerte está rodeada de misterio. La leyenda afirma que, paseando un día en barca, ebrio como de costumbre, se inclinó demasiado con intención de abrazar a la luna reflejada en las límpidas aguas del lago, y pereció ahogado.

Extraído de la Antología de Poesia China realizada por Marcela de Juan.