martes, 18 de noviembre de 2008

El mejor poema Juan Ramón Jiménez

¿Soy yo quien anda, esta noche,
por mi cuarto, o el mendigo
que rondaba mi jardín,
al caer la tarde?...
Miro
en torno y hallo que todo
es lo mismo y no es lo mismo...
¿La ventana estaba abierta?
¿Yo no me había dormido?
¿El jardín no estaba verde
de luna?... El cielo era limpio
y azul... Y hay nubes y viento
y el jardín está sombrío...

Creo que mi barba era
negra... Yo estaba vestido
de gris... Y mi barba es blanca
y estoy enlutado... ¿Es mío
este andar? ¿Tiene esta voz,
que ahora suena en mí, los ritmos
de la voz que yo tenía?
¿Soy yo, o soy el mendigo
que rondaba mi jardín,
al caer la tarde?...
Miro
en torno... Hay nubes y viento...
El jardín está sombrío...

...Y voy y vengo... ¿Es que yo
no me había ya dormido?
Mi barba está blanca... Y todo
es lo mismo y no es lo mismo.

La obra de Juan Ramón Jiménez es tan extensa, que es probable que muchos desconozcan algunos poemas maravillosos a los que su acción creadora dio lugar.

Uno de esos poemas, el que os presentamos hoy en el blog, se puede encontrar en Jardines Lejanos, un libro publicado en 1904, cuando el poeta contaba tan sólo con 23 años. Es un libro perteneciente a su primera fase creadora, denominada por los críticos etapa sensitiva.

Sin embargo, lo cierto es que este poema, aunque comparta tema y atmósfera con otros de Jardines Lejanos, es completamente extraordinario y único. La complejidad del ser, el enigma de la identidad, el cuestionamiento de lo real no son en verdad temas tratados en el poema, sino que son el poema mismo. Las palabras, el ritmo de los versos que se suceden, la cadencia de los silencios, las imágenes que se transforman... todo en el poema se funde para crear una especie de hechizo que abre un espacio en el que se encarna lo desconocido de uno mismo y de la realidad vivida.

Como anécdota, este poema es de los pocos que aparecen en la saga de Carlos Castaneda, comentado por Don Juan.

~

Poema interpretado por el grupo escénico Banda aparte para la poesía en su actuación Poemas representables en Casa del Libro el día 8 de noviembre.

domingo, 2 de noviembre de 2008

El mejor poema de Bukowski


Nirvana

sin muchas oportunidades
sin propósito
alguno,
era un hombre joven
montado en un autobús
a través de Carolina del Norte
camino a
alguna parte
y empezó a nevar
y el autobús se paró
junto a un bar pequeño
en las colinas
y los pasajeros
entraron.


se sentó en la barra
con los demás,
pidió y le sirvieron.
la comida era
especialmente
buena
y el
café.


la camarera no
era como las mujeres
que había
conocido.
no era afectada,
irradiaba
naturalidad.
el cocinero decía
disparates.
el friegaplatos,
al fondo,
se reía, con una risa
bondadosa
clara
agradable.

el joven observaba
la nieve a través de las
ventanas.

quería quedarse
en aquel bar
para siempre.

le invadió
la curiosa sensación
de que todo
era
hermoso
allí,
de que todo
sería siempre
hermoso
allí.

entonces el conductor
dijo a los pasajeros
que era hora
de irse.

el joven
pensó, seguiré sentado
aquí, me quedaré
aquí.

pero después
se levantó y siguió
a los demás al
autobús.

buscó su asiento
y miró hacia el bar
a través de la ventanilla
del autobús.
entonces el autobús
arrancó, cogió una curva,
cuesta abajo, dejó atrás
las colinas.

el joven
miraba hacia
adelante.
los otros
pasajeros
hablaban
de otras cosas,
o
leían
o
intentaban
dormir.

no habían
percibido
la
magia.

el joven
inclinó la cabeza hacia
un lado,
cerró los
ojos,
simuló que
dormía.
no había nada más
que hacer...
solamente escuchar el
ruido del
motor,
el ruido de las
ruedas
en la
nieve.

Escritor y poeta norteamericano nacido en 1920 y muerto en 1994. Aunque escribió más de treinta poemarios, es conocido principalemente por sus novelas y relatos, considerados símbolos de la literatura independiente y del realismo sucio.

Afirmar lo primero es una hipocresía y lo segundo es limitar y desconocer algo profundo, auténtico y esencial que vive en la escritura de Bukowski y que no es posible restringir dentro de ningún marco, movimiento o estilo.

De Bukowski, con mucha intención por parte de unos y necesidad por parte de otros, se ha creado un mito que empaña lo más interesante de su creación. ¿Qué valor tendrían los lugares, los personajes y las experiencias singulares, por muy realistamente sucias que parezcan, sin algo más?
No habían
percibido
la
magia.
Este poema, el mejor de Bukowski, es una muestra de ese algo más.

jueves, 9 de octubre de 2008

El mejor poema de Li Po

¡Cuánto amo el monte Tong! Es mi alegría.
Pasaría en él cien años sin pensar en la vuelta.
Me gustaría danzar agitando mis mangas
y, de una sola vez, rozar todas las copas de los pinos.

Poeta chino que vivió en el siglo VIII bajo el reinado del emperador Suan Tsong. Fue el primero, el elegido, el favorito de los dioses: Li Po, una leyenda.


Cuentan que fue en el año 742 cuando Li Po entró en Chang An, la dorada metrópoli: en aquellos largos y prósperos años en que empezara la era de Tien Tao, cuando la corte de Suan Tsong alcanzaba el pináculo de su esplendor y brillantez. Li Po fue a mostrar sus versos al príncipe de la corona, Ho Chi Chang, y al jovial cortesano le delitó tanto su lectura, que mandó servir el vino caliente al recién llegado en su propia ánfora de oro. Más tarde le dijo al Emperador:
Tengo en mi casa quizá al más grande poeta que jamás haya existido. Hasta ahora no me he atrevido a hablar de él a Vuestra Majestad, porque padece de un defecto: bebe, y a veces con exceso. Pero sus poemas son en verdad tan bellos, que el Emperador juzgará por sí mismo.
Y, al decir estas palabras, sacaba el manuscrito de los pliegues de su ancha manga y lo entregaba al Hijo del Cielo. "Traedme al autor de estos poemas", exclamó el monarca después de haberlo leído. Así cuenta la historia la entrada de Li Po en palacio.

Más tarde, sin embargo, intrigas y recelos obligaron a Li Po a retirarse a la montaña a meditar en soledad. Durante diez años llevó una vida errante, buscando el refugio de la naturaleza. El pico Lu Shan o el hondo Valle de Otoño eran su hogar y allí se sentía libre para beber, cantar, dormir y meditar. Pasó la mayor parte de su vida al aire libre, por los campos, a la sombra de los árboles floridos y bajo la luz de las estrellas, escribiendo sus innumerables poemas, que son la expresión espontánea de su alma.

Su muerte está rodeada de misterio. La leyenda afirma que, paseando un día en barca, ebrio como de costumbre, se inclinó demasiado con intención de abrazar a la luna reflejada en las límpidas aguas del lago, y pereció ahogado.

Extraído de la Antología de Poesia China realizada por Marcela de Juan.